La conexión entre la psicología y la nutrición
Por: Biryinny Salameh/Periodista
La Psicología y la nutrición mejor conocida como “psico nutrición”, ocupan un papel importante para alcanzar nuestro bienestar físico y emocional, así como también para ayudarnos a identificar conductas alimentarias inadecuadas y reemplazarlas por otras más saludables.
Se puede decir que esta rama de la psicología otorga importancia a cuidarnos por dentro y por fuera, ya que la calidad del vínculo entre la mente; los factores sociales, emocionales, educativos y la nutrición, son esenciales para el desarrollo saludable de cualquier persona.
La psicología mejora la adherencia a una dieta, ya sea para mejorar la imagen corporal o para controlar la ingesta excesiva de comida, pues existen variables relacionadas con el éxito a la hora de seguir una dieta. Lo que sentimos afecta nuestra forma de comer, así como lo que comemos también afecta a cómo nos sentimos.
Los malos hábitos alimenticios pueden estar relacionados con:
Objetivos poco realistas, ejemplo: deseo de perder mucho peso en poco tiempo.
Insatisfacción con la imagen corporal
Estrés
Estado anímico bajo
Falta de motivación para llevar una vida saludable, con buenos hábitos alimenticios.
Este tipo de procesos puede promover la adopción de hábitos de sobre ingesta o de restricción alimentaria, favoreciendo así la aparición de trastorno de la conducta alimentaria, como “trastorno por atracón”, que conlleva un exceso de alimentación, o la anorexia.
¿Cómo puede ayudar la psico nutrición contra el hambre emocional?
Hay que reconocer que todos hemos comido alguna vez por algo más que sensación física de hambre, aunque supiéramos que no era lo más recomendable. El problema del hambre emocional es que es más difícil de controlar y, si caemos en ella con frecuencia, las consecuencias sí pueden derivar en trastornos físicos.
Aquí es donde entran en juego las capacidades de los profesionales de la psiconutrición, tanto psicólogos como nutricionistas. Ellos son los encargados de buscar el origen de los males y buscar una solución a ellos. Una vez conseguido esto, es hora de volcarse con la educación nutricional, que trata de corregir los malos hábitos sustituyendo las comidas y costumbres menos recomendadas por prácticas que resulten saludables y sostenibles.
Si no estamos cerca de un bienestar emocional, puede ser más complicado llevar unos hábitos físicos saludables porque poco nos apetecerá hacer deporte, socializar, llevándonos a un sentimiento de culpa si descansamos o no nos mantenemos activos todo el tiempo.
Por último, es importante recordar que la psiconutrición no es una de esas terapias milagrosas, ni un conjunto de recetas mágicas que puede acabar con los problemas de nutrición emocional de inmediato. Según cada caso, la solución a los problemas de alimentación emotiva puede ser lenta y prolongarse durante un tiempo considerable. Pero no es motivo para que tires la toalla, recuerda más vale ir sobre seguro que dando pasos precipitados que puedan provocar una recaída aún más intensa.
Fuente: la información fue en colaboración junto a mi psicóloga Esther Rodríguez especializada en terapia cognitivo conductual