Familia y Dios
Tenemos 33 años de casados. Tenemos cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Siempre comento que los tuvimos así a propósito para que los hermanos protejan a las hermanas. La mayoría de reacciones ante este comentario son sonrisas.
En nuestra sociedad, la fe en Dios y la familia son pilares fundamentales que sustentan nuestras vidas. La familia sigue siendo el fundamento de la sociedad, es el primer lugar donde aprendemos valores, principios y el amor incondicional. A través de ella, desarrollamos nuestras primeras relaciones interpersonales y aprendemos a convivir y respetar a los demás.
Los padres tienen el rol crucial de ser los primeros educadores y modelos a seguir para sus hijos, enseñándoles la importancia de la honestidad, el respeto y la responsabilidad.
La fe en Dios añade la dimensión espiritual y afecta positivamente todo otro aspecto de nuestras vidas y nos proporciona esperanza y propósito. En tiempos de adversidad, la confianza en Dios nos da la fuerza para perseverar y superar los desafíos. Una relación personal con Dios nos recuerda la importancia de la humildad y la gratitud, enseñándonos a valorar lo que tenemos y a ser compasivos con los demás.
La combinación de una familia fuerte y una fe sólida crea un entorno en el cual los individuos pueden florecer. No es la religión sino una relación personal con Dios a través de Jesús que hace la diferencia. Juntas, la familia y la fe nos ayudan a construir una sociedad sana, donde cada persona puede encontrar su lugar y contribuir al bienestar común. En un mundo en constante cambio, estos valores nos anclan y nos proporcionan un camino seguro a seguir.
Por el Dr. Jeffrey De León