“El futuro del español depende de nosotros, los hijos de latinos”
Me identifico como una joven adolescente hispana nacida y criada en los Estados Unidos de América. Como mis padres no hablaban inglés con fluidez, el español se convirtió en mi lengua materna. Mis padres son colombianos y de vez en cuando recuerdan los momentos que vivieron mientras crecían en Bogotá, casi siempre contados en la mesa del comedor. En particular, mi padre olvida que ha contado la historia mil veces, pero hoy yo escucho con tanta atención como si hubiera escuchado la anécdota por primera vez cuando tenía cuatro años. Me nutrieron de estas historias y las aprecio como si fueran mías.
Siendo una familia hispana en la Florida, nos hemos mantenido fieles a nuestras raíces hablando solo español en casa y manteniendo diversas tradiciones y comidas. Estoy orgullosa de quién soy y de mi nacionalidad. La realidad es que como mi única fuente en español fue cultivada con las historias de mis padres me he sentido desconectada de mis raíces, ya que solo visité familiares dos veces cuando era demasiado pequeña.
Apreciaré infinitamente la capacidad de mis padres de mantener vivo el idioma español en nuestro hogar. Ser bilingüe ha hecho que se me abran muchas puertas que me llevarán a numerosos caminos que apenas he comenzado a descubrir. Siempre me dijeron que hablar español con fluidez era beneficioso para mí y me traería oportunidades, pero siendo joven nunca imaginé lo que eso significaba hasta que conseguí mi primer trabajo en la Revista Viva Polk, una de esas puertas de entrada a las que tuve la oportunidad de acceder.
Siendo la única de la familia que hablaba inglés, yo con nueve años, tenía que pedir la comida, hacer preguntas en el supermercado y conversar con el cajero. Como resultado, crecí sin miedo a las “charlas de adultos”. Esto me permitió extender mis alas más rápido que los demás. El futuro de los hispanos en los Estados Unidos verdaderamente nos queda a nosotros, los hijos de latinos donde cultivaremos nuestro mundo para mantener viva nuestra ascendencia.
Angelina Avelino